lunes, 14 de diciembre de 2020

¡Cuando la violencia es norma, los derechos son ideología!


A medida que las sociedades y sus legislaciones reconocen derechos para las minorías (que a veces se traducen en mayorías), saltan corrientes adversas a los avances y a las ideas que representan una amenaza para los prejuicios. 

Las religiones occidentales, en especial la Iglesia Católica, han sido los motores de grupos conservadores que se resisten con todas sus fuerzas a la consecución de la equidad social. Tal resistencia obedece sin duda al riesgo que dicha equidad representaría para sus privilegios. Es decir, que quienes históricamente han manejado el clero y los gobiernos del hemisferio, han sido hombres blancos pertenecientes a un grupo social selecto.

En la historia se podría resumir como la primera de las conquistas a este nivel, el triunfo de la revolución francesa, la cual se fortaleció bajo el lema de la "Libertad, Igualdad y Fraternidad". Para su contexto, esto significó cambios vitales para la evolución sociopolítica, tales como: la proclamación de la República Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Aunque dicha revolución estuvo lejos de la perfección, pues continuó con la esclavitud en las colonias francesas de África y América, el poder político siguió bajo el exclusivo mando masculino y se mantuvo la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, fue objeto de ataques por grupos conservadores de entonces que como en toda época rechazan cualquier avance en el sistema.

No aceptaban el cambio en las formas de gobierno, pues sostenían que la monarquía debía seguir existiendo, ya que los reyes eran puestos por Dios. Aquí se ve cómo las creencias han sido el único recurso de estos grupos que hoy en día continúan utilizándolo para sostener sus ideas de negar derechos imprescindibles.

Si se trata de atacar con mentiras; alimentando la ignorancia con prejuicios, los conservadores no han escatimado medios para hacerlo. Un ejemplo claro de ello es la manipulación que agrupaciones y partidos neofascistas han difundido respecto al feminismo, tachándolo de ser un movimiento hembrista; que quiere desaparecer a los hombres; que manda a las mujeres a abortar y que pretende abolir las relaciones heterosexuales. 

Mentiras como las expuestas son transmitidas constantemente, dirigidas a un inmenso público de personas con poca educación, aquellas que temen perder sus privilegios y las condenadas a vivir por los dictados de sus religiones. En este punto entra en cuestión el hecho de que no todas las personas con estudios logran desarrollar capacidad de análisis. Éstas son las mismas que se conforman con poseer muchas lecciones aprendidas sin pretender llegar a la crítica. 

Como todo movimiento social, éste nace de la necesidad de cambio. En la obra El Segundo Sexo de la autora Simon de Beauvoir señala que el sistema patriarcal desde la génesis humana viene estableciendo normas de convivencia que ponen a la mujer como sujeto accesorio al hombre sin reconocerla como par, acarreándole la condición inherente de inferioridad.

En este sentido, conviene citar cómo José Antonio Marina lo sintetiza en su artículo del diario El Confidencial - Feminismo: ¿Pero qué es la ideología de género? "El feminismo es un fenómeno reivindicativo, plural, complejo, cambiante y, fundamentalmente, justo. Se suele hablar de tres olas".

Ante los cuestionamientos que desde hace más de un siglo vienen surgiendo hacia la opresión que gira en torno a los mandatos de género y la liberación de los cuerpos, a los sectores privilegiados no les ha quedado otro recurso de tachar como ideología a todo pensamiento que ponga en tela de juicio las prácticas desiguales de poder sobre los cuerpos y las conciencias humanas.

Por tanto, el término “ideología de género” fue acuñado por Juan Pablo II, una figura reconocida que además de ser el patriarca de la iglesia de Roma, fue un asiduo persecutor de la Teología de la Liberación y de los movimientos de emancipación de las mujeres y homosexuales. Además, es recordado como su encubrimiento a la inmensa cantidad de pederastas que dicha iglesia ha albergado.

Cuestiones como la emancipación de los úteros de las mujeres, el reconocimiento de las relaciones no heterosexuales, así como las identidades no binarias de género, son vistas como mera ideología, es decir, como una doctrina que pretende “desestabilizar la correcta convivencia humana”.

No obstante, los grupos reaccionarios no surgieron como respuesta al feminismo ni al movimiento LGBTQ+. Como se mencionaba anteriormente, estuvieron presentes siempre ante cualquier cuestionamiento, siendo uno de éstos la oposición de la comunidad afroamericana en EEUU contra las leyes de segregación racial.

Aunque tales leyes han sido derogadas, los grupos neofascistas, mismos que defienden “la vida” de cigotos, han ridiculizado movimientos como el Black Lifes Matter, respondiendo con panfletos de “all lifes matters”. Algo idéntico a lo ocurrido con el movimiento de Ni Una Menos, donde los mismos grupos anti-derechos han plagiado el título transformándolo en “nadie menos”.


Quienes promueven estas campañas de ridiculización, perversamente no le aclaran a sus adeptos que si bien en cierto, a todos nos pueden matar, no es lo mismo que perecer bajo un crimen de odio por la etnia, el sexo, orientación sexual o el género que se adopte.

Desde la lucha cívica, urge sensibilización a la población nicaragüense acerca de las cuestiones de género y étnicas. No es posible pensar en un país democrático y libre donde la última palabra la tenga la intolerancia.

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