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Este
año ha representado una fracción dentro de las estructuras del partido
denominado liberal, el cual se autodefine como opositor al régimen Ortega
Murillo. De los dos bandos que se disputan la titularidad de dicho partido,
están quienes aparentemente quieren encausarlo hacía prácticas democráticas,
aduciendo que quieren romper con el caudillismo de Alemán a quienes dicen
desconocer como líder. Por el otro lado, están aquellos leales al expresidente
y caudillo, quienes rechazan cualquier intento de transformación de liderazgo
interno. Esta fricción parece ser la más notoria que ha tenido el partido rojo
"sin mancha".
Hace
dos días, la exdiputada María Fernanda Flores fue desaforada de su cargo y
removida de su inmunidad de legisladora. La acción ha sido cuestionada por
algunos, figurando entre éstos, ciertos integrantes del PLC en la Coalición
Nacional, pero ¿Se puede argumentar legitimidad o no sobre un cargo que carece
de la misma? Cabe recordar que quienes están sentados en la nominal asamblea,
lo "lograron" gracias a las elecciones del 2016, misma que tuvieron
más de 70% de abstención, donde no hubo observación real, cargada de
irregularidades como muertos que votaron; personas que marcaron boletas más de
una vez y que incluso llegaron a votar en diferentes padrones.
Todo
ello, sin mencionar que los pseudo comicios fueron autorizados, aunque Ortega
estuviese inhibido por la Constitución para reelegirse y que encima de ello,
llevó de formula a su cónyuge, algo sin precedentes aun en la antidemocrática
historia nicaragüense. Haber participado y lucrado de semejante aberración
electoral, convierte en cooperador(a) a cualquier candidatura.
La
señora Flores no fue la excepción: defendió a capa y espada su cargo a
sabiendas de todo el país que lo obtuvo por dedazo y que sus prebendas le
costaron a Nicaragua el retorno de ortega al poder. Ella junto a su esposo
pretenden descaradamente mostrarse como opositores y ahora perseguidos
políticos mientras utilizan los medios represivos y corruptos del régimen para
garantizarse una buena y mal habida vida. Un ejemplo claro de ello fue el día
que los trabajadores del PLC, quienes demandan el pago atrasado de sus
salarios, amenazaron con ir a la fundación que lleva el nombre del caudillo
liberal. Pues el día previsto para el plantón, amanecieron en las afueras del
edificio agentes de la DOEP, brazo de la policía orteguista que tiene como
única función repeler, amenazar y atacar manifestaciones
antigubernamentales.
Recientemente,
Flores dijo que va a recurrir por tal acto, pues sostienen que fue ilegal. Con
esto sigue asumiendo una institucionalidad inexistente ¿Ante quiénes va a ir?
¿Ante un Poder Judicial abiertamente al servicio de Ortega? ¿A una Corte
Suprema dividida en bancadas gracias a los pactos?
La
remoción de la ahora exdiputada fue inesperada para el público y deja varias
ideas qué pensar. Las más probables es que quizás a Alemán ya no le queda nada
que ofrecerle a su antiguo socio y que es posible que el frente sandinista esté
detrás de la fragmentación del PLC. Lo cierto es que ni la diputada Osuna ni el
diputado Rosales han renunciado a su sociedad con la dictadura, siguen
compartiendo espacio con los operadores directos del FSLN en la Asamblea y esta
vez votaron en plancha con los mismos lo cual hace creer que el partido liberal
seguirá siendo un lastre, tome en sus estructuras el bando que tome.