sábado, 17 de abril de 2021

Abril: una llama que no se extingue


A tres años de la insurrección cívica del 2018, honramos la memoria de quiénes perdieron sus vidas y libertad por aspirar a vivir en un país justo, transparente y democrático. El legado de estos mártires quedará escrito en la historia de Nicaragua y su sacrificio no será en vano.

El mayor homenaje que se le puede dar a la gesta heroica de los centenares de compatriotas que hoy nos faltan, es mantenernos firmes en la lucha que emprendieron y que compartimos, construyendo la tan anhelada república. No obstante, para no caer en la retórica, es imprescindible fijar las miradas en la no repetición y la cero tolerancia a la pertinente impunidad.

Mientras el círculo vicioso de las viciadas formas de hacer política no sea desmontado, Nicaragua se hundirá periódicamente en sangre ¡No queremos mártires! Las y los nicaragüenses tenemos derecho a vivir.

Estos tres años han estado marcados por los sentimientos encontrados: ira; frustración; dolor y desesperación, lo cual no significa que la lucha se haya perdido o desvirtuado. Las muestras de los múltiples impactos de este levantamiento son extensas, las cuales serían demasiadas como para enlistarlas en esta nota. Sin embargo, conviene mencionar algunas de éstas:

·         Convergencia de sectores:

Antes del 18 de abril era impensable que en una misma mesa se llegasen a sentar los empresarios; las feministas; el campesinado; el estudiantado; las agrupaciones territoriales y la iglesia católica, mientras en las calles también se aglutinaban colectivos LGBTIQ+; el gremio médico; entre otro vasto etcétera.

·         La caída del “paraíso de colores”:

Desde el retorno del frente sandinista al poder, éste ha emprendido un plan a través de diversos mecanismos para fomentar la indiferencia y desalentar a la población en la participación de los ejercicios de ciudadanía. A menudo, para quienes nos oponíamos a las embestidas en contra del Estado por parte de la familia ortega murillo y sus operadores, nos era lamentable ver tal escenario de desinterés popular. El régimen invirtió tiempo y recursos en distraer las miradas internas y externas, creando la imagen ficticia de una Nicaragua feliz; segura y próspera, donde “venían celebridades a vacacionar porque no podían irse al más allá sin antes haber venido a comerse un vigorón en el parque central de Granada; ir al salvador allende y tomarse fotos en el mirador de Catarina ¡Si es que éramos la envidia del mundo mundial! Ah… y ¿Cómo olvidar cuando un año antes, la familia dictatorial montó las olimpíadas centroamericanas en Nicaragua? Todas estas cortinas de humo pretendían tapar la podredumbre que el FSLN nos estaba recetando. Abril tiró de tajo todos esos adornitos que la dictadura nos había estado poniendo y como se dice en buen nica: a estas alturas, el régimen a nadie le da atol con el dedo.

·         La visibilización de sectores marginados:

Otro aspecto impensable antes de la rebelión cívica era que un campesino o una persona afrodescendiente aspirasen a una candidatura presidencial, como es el caso de Medardo Mairena y George Henríquez, ambos integrantes de la Coalición Nacional.

 

A pesar del incierto panorama, en especial por la retardación de justicia, la continua represión que ejerce el régimen a través de los mecanismos de Estado y los paramilitares y su nula voluntad de dejar el Poder, la hegemonía en la imagen proyectada sobre Nicaragua se cayó. Ya los aparatos propagandísticos de la dinastía no dan abasto ante el rechazo internacional que ésta se ha ganado, lo cual va desde acciones individuales de personalidades que se han negado a participar en actividades promovidas por la dictadura, como acciones que ejercen los Estados y organismos internacionales mediante las sanciones a autores y colaboradores de crímenes cometidos por la tiranía ortega murillo.

Nos queda continuar luchando desde las trincheras accesibles para lograr una mayor presión nacional y extranjera en aras de conseguir la tan ansiada caída de una dictadura que desde hace catorce años viene cobrando los derechos fundamentales de la población nicaragüense.

 

¡De que se van, se van!

 


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