domingo, 22 de noviembre de 2020

Catorce años de radicalización neoliberal


Durante los 16 años previos al retorno del frente sandinista al poder, el partido de ortega se vendió como una oposición garante de las políticas de interés social. 

Las protestas por mantener el 6% a la educación superior, la tarifa de los 2.50 del pasaje de bus; entre otras demandas, fueron a la larga una inversión a favor del secretario eterno del actual partido de gobierno. 

Ante el desinterés de los tres gobiernos anteriores al de Ortega y Murillo por mantener las pocas políticas sociales, la campaña electoral sandinista giró en torno a la reivindicación del bien común.

Para muchos exsimpatizantes del fsln, el partido de ortega era una cosa totalmente distinta de oposición a como lo es en el poder. Aquellos aparentemente fervientes cuestionamientos al sistema neoliberal que desde el gobierno de Violeta Barrios se pretendía instaurar en el Estado, quedaron en las crónicas de un pasado inverosímil ante el contraste de un autócrata que ha enriquecido ilícitamente a su cúpula a costa de una población sumida en una miseria descomunal. 

Desde enero de 2007, ortega puso como prioridad en su agenda la promesa que le hizo a la oligarquía nicaragüense de trabajar en conjunto, lo cual se traduce en enriquecerse conjuntamente utilizando los mecanismos de Estado.

A partir de entonces, las inversiones estatales fueron orientadas a la satisfacción financiera de la ahora élite económica conformada por la cúpula sandinista y la burguesía tradicional. 

Aquello que debía estar controlado por el Estado, fue delegado a manos privadas. Un ejemplo de ello es el suministro de medicamentos al INSS, donde el proveedor principal es el laboratorio Ramos, empresa señalada de pertenecer a Gustavo Porras.

Dentro de la inmensísima lista de transacciones turbias del Estado con el capital privado, está el monopolio del Banco de la Producción (Banpro) en la recaudación y administración de pagos al Estado, las constructoras a cargo de las obras públicas: parques, carreteras, pasos a desnivel, etc.

Cabe destacar, que los acuerdos entre el régimen Ortega-Murillo y socios han sido en violación a la ley 737: Ley de Contrataciones Administrativas del Sector Público. Un punto medular en estos acuerdos fraudulentos ha sido la carencia de licitaciones públicas. 

Esto ha permitido a las empresas contratadas inflar los cobros y no responder por la mala calidad de los servicios prestados, dejando a merced de sus fechorías a una población carente de un Estado que vele por su ciudadanía. 

Desgraciadamente, el fortalecimiento del modelo neoliberal en el país ha incidido en las proyecciones individuales de la juventud. Tanto así, que las carreras más cotizadas son las económicas y algunas ingenierías. Esto obedece a la idea de que tales profesiones prometen una mayor competitividad en un mundo laboral cada vez más demandante, dejando a un lado las carreras de humanidades.

Otro rasgo despiadado de la dictadura ha sido la obediencia que ésta le ha tenido a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, las cuales se refieren al recorte estatal del gasto social. Dichas recomendaciones han sido aplicadas especialmente a sectores como la educación y la salud pública.

Ni qué decir acerca de la difícil realidad de los asalariados, donde las empresas gozan de impunidad si de violar los derechos laborales se trata, donde el derecho constitucional de formar o adherirse a sindicatos está vetado y en el cual hay plena complicidad estatal con los atropellos que maquilas contemporáneas como los call centers cometen contra sus trabajadores.

Tampoco podemos pasar por alto el más reciente golpe de la dictadura cometido contra la población: la cuasi privatización del agua, un Bien que hasta ahora estuvo administrado por el Instituto Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (INAA), pero que ahora pasará a manos de la “autoridad nacional del agua”, una entidad con una trayectoria de cuestionamientos. Se prevé que esta sea la ruta para la privatización del suministro del vital líquido.

La lista de casos en que el modelo neoliberal del régimen Ortega-Murillo ha sido instaurado y fortalecido día a día, es demasiado extensa para detallarla en este blog, pero es indudable que el Estado en la última década ha delegado sus funciones a entidades privadas que son lucrativas y corruptas como CARUNA, ALBANISA, etc. 



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